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megustasutopia

mío y sólo mío

ingenuo de mi
quise abarcarlo todo
de un sólo lamido
pensé que aquello
era mío y sólo mío
y en aquel instante
sólo en aquel preciso instante
quise detener aquel segundo
quise que el tiempo
no continuase
el muy traidor
y que el chocolate
no se escurriese
a la sábana
perdiendo así tú sabor
2004.12.14 11:31

(contestando a lunaaaaa

tendría que estar prohibido

Tendría que estar prohibido
toda legalidad
toda norma todo principio
todo acuerdo toda frontera
que no esté regulada
por las leyes del corazón.

Rechazar el rechazo
legislar la no-ley
abanderarse con la no-bandera
construir el no-muro...
Pasearse por el mundo,
pensar que esta es mi casa
andar con prisas
mirar y no aprender
aprender y no pensar
pensar y no correr
correr y no saber porqué
no saber porqué pasearse por el mundo.

Quedarse en una posada
seguir el camino
muy despacio si tú no vas a mi lado
fugaz si tu corazón está con el mío

Santi
6/12/2004

(contestando a lunaaaaa)

pintar tus sueños

levantaré castillos para ti
dibujaré tu nombre en la arena
volaré en caballos de cartón

tomaré mi escoba de bruja loca
surcaré los cielos tras de ti
me verás volando entre las nubes
cuando el sol haga rojo el más allá

seguiré siendo un vagabundo
jugaré mis cartas de tahúr
tocaré canciones con mi guitarra
letras que mi alma escriba para ti

quiero pintar todos tus sueños
en fantasías de loco y soñador
quiero arropar tu alma entre mis manos
no ver llorar tus ojos nunca más

si tan sólo

si tan sólo
un segundo
tu sonrisa fuese mía

si tan sólo
un instante
tus labios me besasen

si tan sólo
un minuto
tus pupilas se encontrasen con las mías

si tan sólo
en un suspiro
a tu alma me encontrase

si tan sólo
con un soplo
te diese nueva vida

si tan sólo
en una décima de segundo
tu corazón descansase junto el mío

un poco de izquierdas...

Siempre me he sentido un poco de izquierdas. No estoy hablando de ideología política ni de todas esas patrañas que invaden la actualidad y que aburren al más pintado. Hablo de vivir desde otro punto de vista.

Llegué a esta ciudad hace ya tiempo, tanto tiempo que ya ni recuerdo de donde soy. Soy profesora de instituto y el destino me castigó con una plaza en uno de los barrios obreros que queda a las afueras. Pero eso no importa. Hace un par de años decidí empezar a vivir por la izquierda. Pensé que sería divertido ver las cosas desde otro ángulo, tomar otra perspectiva. Antes había intentando alejarme de mi misma para entender lo que pasaba a mi alrededor - había leído que para afrontar problemas lo mejor era alejarse de ellos para poderlos ver con cierta perspectiva -, pero ello me exigía demasiado y tampoco veía ningún fruto. Esta nueva experiencia era mucho más sencilla a priori y no requería tanta comedura de cabeza. Se trataba simplemente de intentar usar el lado izquierdo para todo. Di la vuelta a la cama, y, aunque al principio me resultó raro dormir con la cabeza al lado de la puerta, el primer pie que ponía en el suelo todas las mañana empezó a ser el izquierdo. Abría los armarios con la izquierda, me preparaba el desayuno con la izquierda, derramaba la sopa con la izquierda. Me costó mucho acostumbrarme a cambiar de marcha con la izquierda cuando conducía.

La expericia de ser de izquierdas duró lo que duró. O dicho de otro modo, duró hasta que la derecha volvió de sus vacaciones. Pero vivir en el lado izquierdo es mucho más que introducir las monedas en una cabina telefónica con la mano izquierda sin que se te caigan.

Aprendí de un amigo mío a fijarme objetivos cada año que comienza. Se trata normalmente de cosas sencillas y fácilmente alcanzables, porque no hay nada peor que proponerse coger el sol y quemarse en el intento. Puede parecer una estupidez, y quizá lo sea, al fin y al cabo todo es o no es dependiendo del prisma con que se miré, o quizá nada sea realmente sino que cada cual tiene una imagen diferente de algo que no es de ninguna de las formas. En cualquier caso, esta estupidez de fijarse pequeñas metas al comienzo de cada año, además de provocar la hilaridad en mi grupo de amiguetes del pueblo en unas fechas tan festivas y en las que parece que el espíritu se nos llena de buenas intenciones y que seríamos capaces de hasta ayudar a un ciego a cruzar de acera, a mi me sirven para tomar consciencia de cómo va avanzando mi vida. Cuando ordeno esos propósitos que un día tuve, veo en secuencia, la película de mi propia vida.

Recuerdo que una vez pasada aquella fase de izquierdas en que me movía torpemente por el mundo de los diestros, las siguientes navidades, me hice un propósito que jamás olvidaré. Me propuse vivir un día a ciegas. Sí, sin ver nada. Pero no valía eso de quedarse en casa escuchando música o tumbado en la cama. Debía ser un día normal. Yo debía levantarme por la mañana, ducharme, desayunar y salir para el instituto. Allí debería dar mis clases de literatura y por la tarde quedaría con mis amigas para ir al cine y tomar una cervecita en algún sitio de moda.

Pasar un día en el lado oscuro y pretender hacer vida normal no era nada sencillo porque no se trataba únicamente de que fuese capaz de hacer todas esas cosas que adornan mi cotidianeidad, sino que además debía sentirlas, igual que las siento de forma inconsciente cada vez que mi mirada las barre. La preparación fue larga. Lo primero que hice fue comprarme un antifaz de esos que se utilizan para dormir. Durante varios días me lo puse en casa por las tardes y me acostumbré a vivir las cosas a través de mi oído y de mi tacto. También empecé a percibir más olores y a crear en mi interior una colección de diferentes fragancias que hasta entonces me eran desconocidas. Los primeros pasos fuera de mi casa fueron más complicados. El antifaz fue complementado con un bastón y aprender a sentir a través de él no fue nada fácil. Tuve que memorizar las calles, aprender a subirme al autobús, aprenderme el instituto. También aprendí a agudizar el oído y visualizar lo que escuchaba en el interior de mi mente. Dibujé allí dentro mundos fascinantes y seres geniales que no quise ver para no romper el hechizo. Después de una larga temporada de preparación y de muchos intentos lo conseguí.

La experiencia fue única y jamás olvidaré aquel propósito que entre brindis con champán me hice en aquel año de mi juventud. Aprendí que vivir en el lado oscuro era mucho más complicado de lo que debería ser. Era como si el mundo se hubiese construido con trampas para fastidiar a los que no pueden ver. También encontré buenas personas, pero las urgencias a menudo apagaban las buenas intenciones y muchos se quedaban clavados antes de dar ese paso.

Descubrí que para ver no hacía falta usar los ojos. Aprendí a imaginar, a ponerle forma a mis sensaciones. Tocaba y lo dibujaba en mi mente, oía y le ponía una cara, olía y soñaba con un mundo lleno de fragancias.

Mola esto de los propósitos, os lo recomiendo.

relativo

no me digas blanco
porque pensaré que es negro

si me dices que es bondad
buscaré su lado pérfido

si tiene mucho dinero
sospecharé que lo ha robado

si va de filántropo
quizá esté redimiendo algún inconfesable pecado

si se las da de insensible
seguro que lleva un niño dentro

si bebe sin parar
seguro que no desea olvidar

si me ignora
tal vez me haya metido en su cabeza

si es el más popular del grupo
seguro que su soledad es amarga

si vive
quizá esté muerto

si llora
tal vez no sea de pena

si no le juzgas
quizá le acabes queriendo

A la orilla del mar

“Te dije que no vinieras, que no quiero volver a verte”. Una de la infinidad de frases que se agolpan en mi mente. No consigo enlazar un puñado de palabras sin sentir que me ahogo, intento incorporarme apoyando mis brazos en los apoyabrazos de mi silla para que mis pulmones se llenen de aire, pero nada. Tan sólo unos sonidos ininteligibles, palabras que no se atreven a salir de mis cuerdas vocales, otras que se diluyen en mi boca, las pocas que salen lo hacen sin ritmo, a volúmenes irregulares, parecen sonidos de ultratumba. Si me esfuerzo mucho, sonidos gangosos, una mierda. Pero a ella parece no molestarle. Estoy seguro de que Inés no necesita mis palabras, es capaz de leer mis pensamientos. Siempre supo mirar a través de mis pupilas. Incluso cuando yo no quería mirarla porque estaba seguro de que descubriría mis pequeñas traiciones.

Hoy también me ha traído a la orilla del mar. Detrás de nosotros, una especie de estatua que conmemora el cambio de milenio. En frente, la inmensidad del océano con sus tonos grises. Él parece tan enfadado como yo. Su oleaje golpea una y otra vez las rocas de la orilla pero toda la fuerza se le va en la espuma que dejan las olas al volver de nuevo con el mar. “¡Cómo me gustaría poder mover mis piernas para saltar y que todo esto se acabase! Aunque pensándolo bien, es una estupidez. Si pudiese mover mis piernas no saltaría.”

También hoy está nublado. Inés me pone la manta sobre las piernas y, aunque también hoy esté enfadado, no puedo evitar sonreírle. Siempre creí que yo era el fuerte y ella la débil, “¡qué estúpido fui!”. Lloré cuando supe que ella había entrado en un coma irreversible - “estúpidos médicos que se creen que lo saben todo” - y estaba seguro que lo mío sería cuestión de un par de meses, alguna costilla rota y poco más. Luego pasaron los meses y yo seguía sin poder moverme. En cambio ella, un martes poco después de amanecer se despertó como si nada hubiese pasado, como si hubiese llegado su príncipe y la hubiese dado el beso revitalizador. Ni siquiera recordaba nada de la pesadilla que vivimos aquella fatídica noche de tormenta al volver de Porto Novo. Para ella había sido un apacible sueño de casi seis meses y para mí el comienzo de una pesadilla.

y si ellos

y si todo aquello que no pasó
pero que en mi mente soñé

y si cada uno de aquellos
fugaces momentos de mi imaginación
hubiesen tomado vida
en otra vida

y si en verdad
yo no hubiese sido consciente
de que mis otros yos
sí lo han vivido

y si ellos sí hubiesen escrito
los poemas más bonitos del mundo
aquellos que yo nunca escribí

y si ellos sí se hubiesen partido
la garganta
con gritos de rabia e impotencia

y si ellos sí hubiesen contado
las historias
que yo quise soñar

y si ellos sí hubiesen conocido
a las personas
que yo imaginé

y si ellos te hubiesen dicho
las cosas
que yo nunca te dije

y si ellos hubiesen llorado
las penas
que nunca quise mías

y si ellos hubiesen querido vivir
los problemas
que yo no quise ver

y si ellos hubiesen paseado
los caminos
que yo quise trazar

y si yo pudiese cuidar
a esos yos
que me ensanchan
la vida

y si yo pudiese
cerrar los ojos y sentir
lo que ellos sienten

y si yo pudiese
creer que todo aquello
sí pasó

lo echo de menos

- Ya estoy cansada de esto. No lo aguanto más. Al principio por lo menos eras más cariñoso y más atento conmigo. Bastaba con que yo dejase caer mis ojos para que tú supieses que necesitaba una palabra bonita al oído. En aquella época sabias como alegrarme la vida con dulces susurros.

- El amor es así, Carla, ¿qué coño esperabas, que estuviese babeando toda la vida? La vida es dura. Tú también has cambiado. Mucho. Demasiado. Diez años es mucho tiempo. Quizá demasiado. Debería estar prohibido estar con alguien tanto tiempo. Nunca he podido querer a nadie más allá del cuarto, o quizá quinto, año. Es ley de vida.

- Eres odioso.

- No, soy realista. Lo que pasa es que tú no quieres ver la realidad. Te gusta vivir en tu nube de color de rosa. Pero el mundo no es así. No cariño, tú ya has dejado de ser la chiquilla ingenua y curiosa que todo lo quería probar, que se quería comer el mundo aliñado con buenas intenciones. Eso no funciona así. Pronto se olvidan las buenas intenciones, el día a día devora la ilusión y si te descuidas es el mundo el que te come a ti cuando menos te lo esperas. Este mundo es para los duros, para los malos, para los que no sienten ni se detienen con esas tonterías del amor y del cariño.

- El mundo es como cada cual se lo imagine, Fabi. Hace años solías decirme que bastaba con aprovechar una de esas fugaces ilusiones que de vez en cuando pasan por el cerebro como despistadas, como si hubieran cambiado de constelación, de dimensión, como si hubieran brincado desde su mundo lejano e imaginario donde todo es perfecto a nuestro mundo lleno de miserias, para hacer de nuestra vida algo mucho más grande. Yo entonces cerraba los ojos unos instantes para concentrarme en capturar una de aquellas ilusiones, la perseguía y cuando la tenía al alcance de mi mano la cogía. Cerraba el puño como si algo etéreo y con vida propia se me pudiese escapar entre los dedos y entonces sabía era mía. Tú me decías que se me ponía una sonrisa de bobalicona. Y era verdad, porque en aquellos momentos yo volvía a ser una niña. Todo era perfecto porque sólo estábamos los tres, tú, yo y aquella fugaz ilusión. Después de abrir los ojos te rodeaba con los brazos y sentía que dentro de aquel círculo se abría un mundo infinito y maravilloso para los dos donde todo era posible. El tiempo dejaba de marcarnos su aburrido ritmo y éramos nosotros los que decíamos detenernos eternamente en un instante.

- Bla bla bla... sabes que eso pasó hace mucho tiempo. Eso es historia, ¿no te das cuenta? Aquellas tontas ilusiones a las que pretendíamos poner fronteras se escaparon hace mucho tiempo. Ellas volaron y nosotros nos quedamos en esta mierda de piso, con esta mierda de hipoteca y con una mierda de sueldos. Eso es lo que quedó de aquellos sueños, de aquellas absurdas fantasías. El mundo nos ha puesto en nuestro sitio y no quedan más huevos que aceptarlo. Es eso o nada. No hay elección. Aquí nadie te pregunta cómo quieres vivir o qué quieres ser de mayor. Ni siquiera te preguntan si quieres ser mayor alguna vez. Es así Carla, y cuanto antes te des cuenta mejor. Nadie vive de escribir poesías. Y menos de amor. Eso no vende. ¡Qué tontería más grande, joder! Baja a este mundo.

- Sabes que echo de menos al Fabi que soñaba sin descanso. Aquel Fabi siempre me decía que era la mejor, que no dejase jamás de escribir.

Fabi encontró a Carla por causalidad una cálida tarde de verano al lado de la estatua del caballo de la Plaza Mayor de Madrid. Era una de esas tardes en que parece que el calor le traspasa a uno. Ya había pasado lo peor y el sol se había movido hacia el oeste para regalar sus rayos de luz a los habitantes de otras zonas de la tierra. Debían ser las siete de la tarde y aún quedaba un rato de luz en aquel atardecer madrileño en el que el cielo tomaba colores rojizos y los rayos del sol más osados aún jugueteaban con las contabas nubes que no habían sucumbido a la polución de la gran ciudad. La Plaza Mayor, que estaba inundada por turistas de todos los tipos, fue testigo de su encuentro. El suelo de la plaza está empedrado y le da al entorno un aire medieval en el que uno se podría evadir del presente marcado por los grandes rascacielos y el alboroto rugir de los vehículos, y volver a aquel pasado de carromatos, caballos y mercaderes.

El corazón de la Plaza Mayor está situado exactamente en el mismo de la misma, donde se haya la estatua ecuestre de Felipe III desde 1848. Antes de esa fecha la estatua del monarca heredero de Felipe II y fruto de su cuarto matrimonio con Ana de Austria y que reinó en España desde 1598 con Margarita de Austria, prima carnal de Felipe con la que tuvo ocho hijos siendo el tercero de ellos el que sería su sucesor Felipe IV, estaba en la Casa de Campo. De Felipe III se dice que era aficionado a la caza y a la mesa y que, dado que los asuntos de estado le aburrían soberanamente, los dejó en manos del Duque de Lerma.

Cualquier tarde, cuando el tiempo acompaña, los alrededores de la estatua son un hervidero de gente variopinta que se afana en llamar la atención de los turistas que apuntan sus cámaras a todos los rincones de la plaza y, a cambio de unas monedas les entretienen durante unos instantes con su arte, su agilidad o simplemente su elocuencia.

Un hombre de mediana edad con porte de caballero y ropas de llegar justo a fin de mes, pero con dignidad y quizá una atrevida prestancia, rasga las cuerdas de su guitarra con los ojos cerrados y tan absorto y concentrado que se diría que no es consciente de que un nutrido grupo de personas se haya delante de él escuchando la música que toma vida en su guitarra española. La pieza que suena no es ajena a Fabi. El Concierto de Aranjuez le trae buenos recuerdos. Su padre, profesor de música en el conservatorio estatal, le había enseñado todos los trucos para ser capaz de tocar un tema tan complicado. Fabi por entonces era aún un niño y no había empezado los estudios de música que años más tarde cursaría. Pero él y su padre repetían una y otra vez aquel tema hasta que le quedó grabado en su mente y fue capaz de tocarlo con los ojos cerrados. Siempre había sido su canción, la canción que les había unido a él y a su padre. Años más tarde, tocaría esa canción con lágrimas en los ojos en el funeral de su padre.

botella a la mar

A una botella
le pedí mi sueño
y la arrojé
entre las olas.

Olas que nunca
os cansáis
de agitar
al viejo mar
no dejéis
que mi sueño
se hunda
dadme
una nueva excusa
para soñar

volar en sus sueños

brisa
que hoy acaricias su cara

luna
que esta noche iluminas su rostro

horizonte
que siempre cautivas sus sueños

estrellas
que nunca le negáis un ruego

conspirad conmigo esta noche
que yo sea capaz
de volar en sus sueños

déjame

déjame oír tus ilusiones
déjame ver tus latidos
déjame sentir tu sonrisa

las cosas que nunca te dije

la vida fluye
camina con paso lento
pero no se detiene
no se cansa
aunque en ocasiones
nosotros queramos
apearnos

pasito a pasito
cuando te das cuenta
los caminos
de los que tu pensabas
que eran los tuyos
se han alejado demasiado
y apenas ya les puedes
prestar apoyo
en su caminar

a muchos
ya no les conoces
les quieres
porque sabes que un día
les quisiste
les extrañas
porque en otro tiempo
las cosas eran distintas
quizá ellos eran distintos
quizá yo era distinto
quizá todo era distinto

cada instante que pasa
el escenario se va moviendo
y nosotros avanzamos
cada cual en una dirección
dibujando infinitos
caminos imaginarios

unos apenas marcan
senderos en la tierra
otros dibujan
constelaciones en el universo
cada cual en su universo

y todo cambia
y el instante
que no captures
se va para siempre
y las cosas que no diga
quedarán sin ser dichas
y el beso que no regales
quedará sin ser regalado
sí, habrá más besos,
pero tendrán distinto sabor

el olor de la vida

te veré donde despunte el sol
te veré al alba
donde las flores
aun mantienen su color

pensaré en tí
porque tú estarás conmigo
soñaré en tí
y mis sueños bailarán contigo

pecado nuestro

mis oidos sólo quieren escuchar tu voz
voz que endulza mi vida sencilla
sencillo a tu lado es el mundo
mundo que siempre quise conocer contigo
contigo el tiempo no existe
existe la luna allá arriba

arriba está la noche infinita
infinita es la rabia que siento
siento como el mundo está mal hecho
hecho de bienestar para unos pocos
pocos los que nos apropiamos de lo que no era nuestro
nuestras armas para que se maten ellos
ellos que son el pecado nuestro

susurro eterno

las palabras que un día fueron dichas
crearon vibraciones en el aire
que viajan eternamente
a través del universo

el susurro de tu risa
nuestra canción preferida
la que bailamos
infinitas pocas veces
las palabra bonitas
que apenas salían de tu boca
para navegar por mis oídos

el aire está lleno
de lo que un día fue susurrado
si un día encuentras
uno mío que te diga que
tu vida fue el mejor de los suspiros
no lo tomes no lo escuches
déjalo pasar déjalo volar
su destino es el universo
de las noches estrelladas
de las estrellas fugaces
que en su fugacidad
van repartiendo sueños

Vida mía

Vida,
tú vas y vienes
a tu antojo
sin importarte el tiempo
la norma, la ley
o el deseo.

Vida que das vida
sonrisa que das sonrisa
pena que das pena.

Amarga es la pena
cuando la vida
deja un espacio,
cuando la vida
va.

A dónde va la vida,
en qué punto del Universo
confluye lo que
un día fue
y dejó paso a la pena.

Hay un sitio
en el infinito
de las noches estrelladas
donde brillan
la estrellas
que un día
fueron vida.

el último

Con frecuencia miraba como ausente directamente a los ojos de la gente, sin percatarse de su atrevimiento y quizá descortesía. Sus rebeldes ojos siempre buscaban a las personas más diferentes de las que cerca de él se hallaban. Extranjeros asustados en una tierra hostil y lejana, niños con los ojos muy abiertos que intentaban fotografiarlo todo con sus pupilas, jovencitas abstraídas en mundos lejanos.

Un día cualquiera, con la mirada perdida como de costumbre, esta vez en las pupilas azules de una pelirroja pecosa que parecía acabar de llegar de la otra parte del mundo, tuvo un pensamiento fugaz. Uno de estos que descolocan las ideas y alborotan las neuronas. Pensó, "y si este fuera mi último pensamiento, cual merecería permanecer congelado en mi cerebro por los tiempos". Y entonces se lanzó a tumba abierta a una frenética carrera. Su imaginación corría a toda velocidad cada vez más de prisa. Como una carrera de obstáculos su mente iba esquivando pensamientos. Una y otra vez desechaba pensamientos y se detenía en el siguiente. Apenas unos instantes, cada vez más breves. Sabía que no tenía tiempo que perder porque cualquiera de ellos podía ser ese último que su obsesión le decía que cerca se hallaba. Su agobio iba en aumento al darse cuenta que no hallaba pensamientos más merecedores de ser grabados en su mente para siempre. Al ver que aquello no mejoraba volvía sobre pensamientos ya gastados y se detenía unos instantes para darle tiempo al tiempo final. Pero ese tiempo final también parecía esquivarle. Al poco, su mente se volvía a lanzar a toda velocidad cuesta abajo desechando ideas, "esta no", "esta tampoco", "esta podría valer pero tiene que haber alguna mejor", "esta me gusta pero se pensaran que soy un infantil",... y así una a una las acababa esquivando a todas. Agotado y sin aire que le permitiese pensar claramente, llegaba al final de la cuesta y una vez más buscaba refugio en un pensamiento de su juventud. Tomaba aliento sin dejar que se le escapase aquella locura de su mocedad esperando una vez más que el tiempo para él se acabase.

Pero no fue así, y su tiempo continuo como continua el tiempo de los que viven convencidos de que el tiempo es una entelequia, un invento de unos locos suizos que un buen día decidieron inundar la humanidad con relojes.

Y como ocurre a menudo, después de la tempestad llegó la calma. Sus prisas por ganarle al tiempo en una carrera sin descanso en busca de aquel pensamiento final, se transformaron en calma y sosiego. Una calma que le ayudaba a escoger mejor sus pensamientos, una paz que le permitía vivirlos mejor. Ahora ya no tenía ninguna prisa por desechar unos y acomodarse en otros, los vivía y se recreaba con ellos. Les daba vueltas y vueltas observándoles desde todas las perspectivas. Se acercaba a ellos, se alejaba, buscaba sus brillos al reflejo del sol.

Pero al final siempre llega el final. Y llegó. Y le pilló viejo y agotado recreándose en su mejor pensamiento.

Europa, el continente más laico del mundo

(contestación a http://spanish.varsavsky.com/articulos/europa-el-continente-mas-laico-del-mundo.html)

No puedo estar más de acuerdo contigo. El vaticano cada vez estará más alejado del pueblo lo que provocará que las cifras a las que haces mención caigan aún más. Es curioso como España es un país donde las cifras 'oficiales' indican que la grandísima mayoría somos católicos, pero por el contrario las iglesias están vacías y la religión no tiene peso en nuestra vida diaria.

Desde mi punto de vista este alejamiento de la Iglesia Católica con respecto a sus 'fieles' (que cada vez son menos en número y en fervor) no es algo nuevo. En multitud de tertulias me he encontrado con gente que dice ser Cristiano pero no creer en la iglesia, esto es, creer en la figura de Jesús como un revolucionario de su tiempo que marcó unos valores fundamentados en el amor al prójimo, pero no en una institución que cada vez se ha alejado más de esos valores. Muchos de estos contertulios, los más osados, incluso acusan a la iglesia de tomar, y haber tomado a lo largo de su historia, posiciones totalmente contrarias a la doctrina de Jesús. Acusan a la iglesia de no estar al lado del oprimido, de no hacer nada para evitar que las diferencias de recursos y oportunidades entre los hombres de la tierra se acentúen. Quizá esta labor ahora la hayan empezado a realizar ciertas ONG y se deje a la Iglesia en su cómoda posición conservadora donde la tradición de lo que se ha hecho mal a lo largo de los siglos pueda acallar sus conciencias.

En cualquier caso, como ciudadano del mundo que soy, me siento feliz de que Europa avance hacia ese laicismo donde la religión no es una cuestión de estado sino una elección personal. Sueño con una Europa y con un mundo donde ninguna persona sea perseguida por su religión, por su raza o por su ideología. Así mismo, sueño con un mundo donde los niños sean educados en esa compresión y tolerancia hacia la multiculturalidad tal y como establece el artículo 10 de la declaración de los Derechos del Niño: "Artículo 10º: El niño debe ser protegido contra las prácticas que puedan fomentar la discriminación racial, religiosa, o de cualquiera otra índole. Debe ser educado en un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos, paz y fraternidad universal, y con plena conciencia de que debe consagrar sus energías y aptitudes al servicio de sus semejantes."

baila sin parar

baila
sin parar
porque al bailar
espantas a la muerte

corre
sin mirar atrás
apoyando fuerte
en cada zancada
que ninguna piedra
quiebre tu tobillo

pero ante todo
baila
y déjate volar
a lo más alto
de tus mundos
a lo más alejado
de tus fantasías
a lo más profundo
de tus océanos

y cuando llegue
el final
que mis cenizas
sigan volando
las cumbres
más altas
donde
aun se puede
respirar
donde
el aire
es la libertad
donde el sol
es la vida
donde la soledad
es la mejor compañía

allá arriba
me encontraré
contigo
igual que
cuando cierro
los ojos
muy fuerte
para que tus instantes
no se me
derramen a través
de mis pupilas