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megustasutopia

"ha sido fascinante"

Habían sido los minutos más largos de su vida, pero una vez pasó todo, y de nuevo pudo recobrar el aliento, entendió que la historia que Jeni le había contado no era una más fruto de la imaginación pura y alocada de la niña. Laura había empezado a cuidarla hacía aproximadamente un año y siempre hubo una especial sintonía entre ellas. Jeni era la niña que Laura siempre había querido ser. A menudo ausente se sumergía en su mundo y al volver se convertía en un torbellino de palabras. Entonces hablaba atropelladamente como si el ritmo de sus fascinantes historias no se quisiese someter a la aburrida cadencia del reloj. Laura escuchaba aquellas fábulas con gran atención, intentando romper la barrera de la realidad y atravesar las puertas que llevaban a los mundos de fantasía de la niña. Pero su mente estructurada y excesivamente responsable y sensata no le permitía viajar tan veloz como para alcanzar los mundos lejanos de Jeni. Quizá por eso que se identificaba con ella; veía en la vida de la niña su propia vida no vivida. Siempre había sentido que su vida era una de esas vidas equivocadas. La idea de que existía gente que vivía vidas que no le correspondían la había leído hacía tiempo en un cuento y, desde entonces, sabía que la suya era una de esas. Porque Laura siempre tenía la sensación de que algo le faltaba, de que algo no estaba realmente en su sitio.

Había cumplido los 16 años y aceptó el trabajo de canguro, no porque le gustasen especialmente los niños, al contrario, su escasa paciencia a menudo era desbordada por cualquier renacuajo. Lo aceptó porque el dinerillo le vendría muy bien para permitirse algún capricho, y quizá hasta podría irse de vacaciones con Jorge. Llevaban demasiado poco tiempo juntos y ella se decía una y otra vez que era mejor no hacer planes porque siempre le pasaba lo mismo. Su imaginación iba más deprisa que su propia vida y no se cansaba de planificar y soñar con cabañas en bosques perdidos a la orilla de lagos repletos de cisnes. Pero al final siempre se estropeaba por uno u otro motivo. A menudo pensaba que su media naranja se la habría bebido en zumo cualquier desalmada y que ella estaba condenada a pasarse la vida saltando de desilusión en desilusión.

No llevaba un mes en aquella casa cuando Jeni le contó la historia de la ventana por primera vez. La navidad se acercaba y una mañana entró en la habitación de la niña que estaba sentada en la cama con una extraña sonrisa en el rostro. La ventana estaba abierta y las cortinas se movían con violencia en la parte exterior del edificio como si el viento las quisiese arrancar de aquella casa y quedárselas como trofeo. Parecía que el viento estaba muy enfadado con la niña que seguía sonriendo abstraída. Estaba agitada y sudando. Completamente ausente en algún mundo demasiado lejano. Laura pasó por delante de ella para arrancarle las cortinas al viento y cerrar aquella ventana. Pero Jeni ni se inmutó. Su mirada seguía perdida. Más tarde, sus padres, y la propia Laura, pensaron que eran tonterías de chiquilla cuando ella dijo "he saltado y ha sido fascinante".

Nunca había tomado en serio aquellas palabras. Pero mirar hacia abajo y ver a la gente en miniatura desde la ventana de aquel séptimo piso le daba escalofríos. "La niña tiene mucha imaginación", se decía una y otra vez al mismo tiempo que su subconsciente la traicionaba y se imaginaba a la pequeña realizando su último vuelo.

Cuando llegó el verano Laura aceptó irse ellos a Torrevieja para seguir haciéndose cargo de la pequeña. Los padres de Jeni eran de esos que ni siquiera en vacaciones disponían de suficiente tiempo para ella. Además, como nunca se habían ocupado de ella, tampoco lo sabían hacer. A Laura no le hacía mucha gracia pasar dos semanas lejos de Madrid, aunque alejarse un poco de todo le vendría muy bien. Con frecuencia buscaba distanciarse de ella misma para poder ver las cosas en perspectiva.

El sol parecía querer castigar a los incautos que no se habían echado suficiente protector. Aquella tarde Laura descubriría que la pequeña no había mentido y que aquella historia no era fruto de su imaginación. Las dos acostumbraban a salir todas las tardes con la moto buscando playas escondidas en los alrededores. Llevaban unos cuantos kilómetros subiendo por una estrecha carretera llena de curvas. Los árboles eran tan frondosos que el sol no conseguía penetrar en el bosque por lo que aquel paseo estaba resultando especialmente agradable. Llegando a la cima encontraron un claro desde el que parecía que se divisaba el horizonte. Además era uno de esos días en que el mar y el cielo están en perfecta sintonía y se funden como dos enamorados allá lejos, en el infinito.

La niña saltó de la moto y corrió hacia la orilla del acantilado mientras que Laura con más calma se quitaba el casco y apagaba el motor de la vieja Lambretta. Se encendió un cigarrillo y caminó hacia aquella vista sin igual. Lo que vio era mágico. La inmensidad del océano reflejada con asombrosa precisión en el cielo como si de un espejo infinito se tratase. Se respiraba paz, una auténtica paz interior. Durante unos instantes pensó que quizá aquella si que era su vida, que quizá había sido una estúpida por obsesionarse tanto con aquella idea de que estaba viviendo una vida que no le correspondía. Pensó que en aquel preciso lugar estaba su sitio, ese espacio que le permitía respirar y que había estado buscando siempre.

Apuró las últimas caladas del cigarrillo y volvió a la realidad. Buscó a Jeni pero la niña no aparecía por ningún lado. Caminó de un lado para otro gritando "¡Jeni, nos tenemos que ir!", "¿Dónde estás Jeni?", "Venga, deja de jugar que se hace tarde", "Me estoy cansando, ¡vamos a casa!". Pero Jeni no estaba en ninguna parte. Laura se empezaba a desesperar y su garganta ya se resentía de tanto gritar. Aquel mundo de paz se estaba convirtiendo en el escenario de su peor pesadilla. Jeni era la persona más especial que Laura había conocido en toda su vida. La quería con locura y su cabeza se empezaba a convertir en una tormenta de fatalistas ideas. Su respiración cada vez estaba más agitada y apenas podía respirar. La desesperación y las lágrimas la empezaban a ahogar. Su corazón estaba a punto de saltar de su cuerpo y sentía su sangre fluir a borbotones por todas las extremidades de su cuerpo.

Se asomaba una y otra vez a aquellos acantilados buscando a la pequeña. Gritaba sin parar llorando lágrimas de impotencia "Jeni, vuelve, no me puedes hacer esto!". La buscó por toda la zona pero Jeni no estaba en ningún sitio. Era como si aquel fuerte viento que se había levantado se la hubiese llevado.

Laura ya había tirado la toalla y de rodillas a la orilla de aquella caída infinita lloraba pidiéndole al cielo que le devolviese a la pequeña. De repente, allí mismo a su lado, entre lágrimas pudo ver cómo el viento sujetaba a Jeni. La pequeña estaba con los brazos en cruz, sus pies apoyados en el suelo y todo su cuerpo echado para adelante y suspendido en el aire. El fuerte viento se encargaba de mantenerla en vilo. Aquella escena era extraordinaria, como de otro mundo. El viento sopló un poco más fuerte y dejó a la pequeña de pie al lado de Laura. Jeni seguía con sus bracitos en cruz y con los ojos muy abiertos. Laura se había quedado paralizada. Durante unos instantes fue como si el mundo se hubiese detenido. Como si todos los protagonistas de la película necesitasen unos segundos para repasar el guión antes de proseguir. Al poco Jeni, que permanecía con la mirada en el horizonte de aquel mar que se había querido mezclar con el cielo a pesar de los celos del viento, volvió a este mundo. Miró a Laura que estaba a su lado, se giró y se abrazó a ella diciendo "he saltado y ha sido fascinante".
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(para Jeni por haberme inspirado el nombre de una niña inquieta, soñadora, curiosa, rebelde, luchadora, única y especial. Para Lidia por haberme prestado a sus dos protagonistas, una niña y la muchacha que la cuida y que gracias a la fascinante imaginación de Lidia vivirán historias maravillosas)

6 comentarios

Lidia -

Santi,

Perdona el retraso. Creo que es lo mejor que te he leido. Me gusta mucho la idea de que alguien ha exprimido a su media naranja y se ha bebido el zumo. La historia está muy bien escrita, llena de detalles que la hacen visible. Pero sobre todo es una historia libre, donde no te has puesto ningún límite a la hora de escribir, y creo que de ahí nacen las verdaderas historias. Enhorabuena, compi.

lunaaaaa -

Vengo a releerte y a saludarte...Besos de por donde andas?

Gonzalo Villafáñez -

Es curioso sobre saltos y ventanas yo tengo un relato, no es muy largo y lo he retocado unas cuantas veces, está incluido en mi libro de relatos, pero lo mismo lo pongo en el blog más adelante. Vamos a ver cuanto ocupa, esto de las coincidencias también lo tienen los grupos de escritores sin quererlo

Un saludo

lunaaaaa -

HOLAAAAAAAAAAA

Félix H. de Rojas -

Bravo. Bravo. Sentía el olor de la brisa del mar.

Preciosa historia compañero. No quiero sonrojarte pero tu artesanía gramatical es excelelnte. Y la historia...

lunaaaaa -

Pues a los cuatro las gracias..por esta maravillosa y fascinante historia veridica...Un Beso grande Santi