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megustasutopia

a tomar por el culo

El menda parecía que no se enteraba de qué iba la baina, iba siempre a su aire como quien cree que esta vida es eterna y que todo está pues ahí para que él disfrute y saque el mayor partido. Era un tipo que aparentaba ser un ganador. Siempre bien vestido y mirando por encima de su gabarda de cuero a la plebe. Porque para Carlos sólo había dos tipos de personas, los ganadores y los perdedores. Los primeros eran los que iban como él comiéndose el mundo sin preguntar porqué. Los otros eran los que pedían permiso, los que nunca estaban seguros, los que tenían miedo de confundirse.

Carlos se veía a si mismo como un tipo que había salido de la nada. Como alguien que había conseguido que la gente le respetase y le mirase con admiración. En su inmueble, sus indiscretos vecinos no sabían si era traficante de drogas o gigoló. Era un tipo reservado. Nunca nadie le vio perder las formas o decir una palabra más alta que otra. Pero en su piso no faltaba el movimiento. Todas las noches se juntaban en él un puñado de amigos que bebían hasta el alba, como si temiesen que la ley seca de nuevo se impusiese en aquel estado.

Pero todo terminó una noche. Aquel día a Carlos le invitaron a asistir a un espectáculo insólito. Por aquel entonces el arte estaba en decadencia y los artistas eran vistos como bichos raros que no eran más que una carga para la sociedad.

A él le gustaba verse como un "progre", como alguien que ve más allá, o que mira más allá de los que los otros simplemente alcanzan a ver a duras penas. Pero aquella noche se dio cuenta de que hubiese sido mejor ser un aldeano que un progre. Porque el espectáculo que vio aquella noche no tubo parangón alguno. Por un buen rato intentó buscar un sentido a aquel absurdo e insólito espectáculo. Carlos había asistido a un local de moda en el centro de la ciudad. Alguien le había dicho "Carlos, tienes que ir al 'Plema', alli es donde se parte el bacalao. Si de verdad quieres saber lo que es cultura tienes que dejarte caer por allí'.

Y se dejó caer. Y se cayó. Tanto tanto, que le costó demasiado levantarse. El espectáculo demostraba que la cultura estaba en desuso, que nada ya tenía sentido en el mundo de las artes.

Si no fuese por ella, Carlos hubiese tirado la toalla aquella misma noche. Ella era una tipa peculiar. No se podría prescindir ni de "tipa" ni de "peculiar". Vestía a su modo y se movía con soltura, como si aquel garito inhóspito la hubiese albergado de por vida.

Tenía, sin embargo, un brillo especial en su mirada que la delataba. A pesar de su apariencia de controlarlo todo, de decirle al mundo 'ehi, no vos mováis que aquí llega la menda y como os pongáis tontos us vais a enterar', Carlos vio que había mucho más. Él llevaba varios años viviendo historias a través de las pupilas de otras gentes. Carlos era de los que miraba fijamente y con descaro a los ojos de la gente. En aquella época estaba mal visto mirar fijamente a los ojos. Como si los ojos tuviesen culpa de algo.

Y la dama le quitó el sentido. Le hizo confundir el bien y el mal, el sentido de la sinrazón, el presente del pasado. Había sido algo fugaz. Tan fugaz como pasan las canciones de cualquier moda juvenil, tan raudo como cualquier estrella fugaz. Ella se había cruzado en su camino.

Había sido deslumbrado por su luz. Porque no era como un astro que se ilumina con la luz del sol. Porque nunca llegaba la sombra. Porque todo el planeta se movía cuando ella se movía. Pero Carlos pensó: 'y una mierda'.

Y lo mandó todo a tomar por culo.

1 comentario

lunaaaaaa -

curiosa...pero....sensata decisión???????